Hace poco se reveló en la prensa que un concejal en el sur de Chile se fue de vacaciones a Israel pero en su trabajo declaró que estaba con licencia médica en dicho periodo. Reconoció “el error” (en realidad no es un error sino una abierta infracción a la probidad) y dijo que devolvería el dinero de “la licencia”, su caso está pendiente en Contraloría, y de ser efectivo es realmente muy grave. En la política seria, de la que Chile carece, eso es renuncia inmediata pues la evidencia es contundente.
Este concejal, respecto del cual no daré su nombre porque no me interesa ni es el propósito de este post, es uno de los políticos que utiliza el ser evangélico para obtener apoyo, es uno de la retórica de “soy evangélico vota por mí”.
Más allá del hecho que él puede y debe defenderse de esta acusación, les pregunto, ¿qué conclusión nos dejan situaciones como esta ¿es correcto decir “soy evangélico o cristiano vota por mí” y así sin más votar por alguien por ello? No, no lo es, porque es obvio que cualquiera puede decir eso, porque es obvio que ser o decir ser evangélico no es garantía de nada, porque es obvio que estás utilizando una suerte de posición religiosa para captar votos en vez de utilizar tu buen testimonio para honrar la fe, con esa estrategia te sirves del evangelio de Cristo en lugar de servirlo a él y cuando caes, haces caer la fe contigo.
Los políticos evangélicos no deben ganar votos por decir ser evangélicos, deben ser servidores sociales y políticos de tal manera intachables, de tal manera preocupados por los demás, que dejen tal testimonio en su labor, que cuando la gente se pregunte ¿por qué este político es diferente, es trabajador, está con sus representados y no con los que le financian la campaña, está lleno de probidad y buenas prácticas? Ahí pueda responder, porque es evangélico porque es cristiano. Al igual que el médico cristiano, la abogada cristiana, la taxista o el matrón cristiano, el político cristiano no debe ser contratado por decir ser cristiano, sino que debe dar buen fruto en su labor de forma que sea tal su luz que la única explicación para los demás sea su convicción de fe. Es decir, con su vocación debe ganar el evangelio, no el evangélico.
Sería un patán y un mentiroso si yo me presentara en un trabajo y dijera “contráteme porque soy evangélico así que seré bueno”, simplemente me estoy valiendo de una posición religiosa que adquiero fácilmente -solo me basta invocarla- para que la gente me crea “ético”, es mejor ser tan buen profesional y tan buen trabajador que cuando la gente se pregunte por qué, allí vea que es porque soy cristiano y así sea honrada la fe y la gente quiera creer también, que nuestro amor y trabajo dé testimonio de nosotros, ser de esas personas que por su convicción y vida, te hacen creer en Él.
No es usar el evangelio para ganar en tu vocación profesional, es usar tu vocación profesional para ganar para el evangelio con tu testimonio. Pero los cristianos llevamos tiempo razonando al revés, usando el evangelio y no sirviendo para él, y allí tenemos los resultados, muchos de los que pegan en el bombo gritando que son evangélicos para que voten por ellos, terminen mostrando sus frutos y deshonrándonos a todos, generando solo perjuicio, pero si tuvieran temor del Señor, no lo utilizarían para elevarse, sino que elevándose por su luz y siendo conocidos por su buen sazón en su darse por los demás, pudieran honrar a Dios porque por él viven. No utilicen a Dios para elevarse, sino que su obediencia al evangelio del amor los eleve de tal forma que una vez arriba allí puedan ustedes honrarlo a él.
Dejemos por favor de utilizar el evangelio para obtener cierto éxito profesional fácil y engañoso, sino al revés, utilicemos nuestro buen testimonio profesional (cuando lo tengamos) para honrar la fe cristiana. El árbol se conoce por su fruto, no porque dice que tiene fruto, cuando la gente conozca nuestro fruto, se hará conocido el por qué.
