En un nuevo aniversario del plebiscito del SÍ y el NO de 1988, les traigo la misma campaña del terror de siempre.


Estos afiches publicitarios de la campaña del «sí» decía que si ganaba el no, se acababa el derecho a educar a los hijos, y nos volvíamos Cuba. Siempre el mismo argumento.
Nada de eso pasó.
En el mundo evangélico también la misma campaña, si ganaba el «No» se acaba la libertad para predicar. Ganó el NO, y no solo continuó, sino que nunca se profundizó tanto la libertad religiosa, especialmente con lo que fue la ley de culto de 1999, que logró suplir a nivel legal los vacíos de la Constitución del 80 en la que no se quiso profundizar en torno a la igualdad de trato.

Así, desde el púlpito de varias iglesias (principalmente, nuevamente, pentecostales que no tienen mayor preparación) se predicaba que si ganaba el «NO» venía la persecución, y también por televisión, evangélicos visibilizados por el poder económico y político ponían a gente que sacaba versículos de contexto para llamar a “votar sí”.

Así, semanas antes del plebiscito, el obispo IMP J. Vásquez decía en televisión: El apóstol San Pablo le escribe una carta, en aquellos años, a la iglesia de los Gálatas: «estad pues firmen en la libertad con que Cristo nos ha hecho libres, y no volváis a ser presos del yugo de servidumbre… Y ahora nos toca a nosotros, estad firmes en esta libertad, con que Dios todopoderoso por medio de sus instrumentos (los militares), nos ha hecho libres, y jamás permitamos volver al yugo de esclavitud (que era la democracia).
En aquel terrible discurso se señalaba que los militares responsables de las violaciones a los derechos humanos “eran siervos de Dios” y el obispo, sabiendo que eran asesinos explica “. … Alguien, escuchando estas palabras, dirá, bueno, dicen que los evangélicos son por excelencia pacifistas, y ahora parece que este caballero ha cambiado, está hablando más golpeado. Es porque estamos hablando en el mes de la patria, y le estamos diciendo a nuestros conciudadanos, que guardemos este país de los enemigos y que estemos firmes en la libertad de que estamos gozando… De modo entonces, que nosotros estamos de acuerdo, en que sigamos adelante, avanzando. Nosotros le decimos por medio de estos medios de comunicación al país, en el nombre del Señor Jesucristo, de que no somos como el cangrejo o el camarón que retrocede, nosotros estamos sujetos a la palabra bíblica, que pronunció Dios “sé como el león que jamás torna atrás”… La persona del Espíritu Santo dijo “Chile será para Cristo”, no dijo “será para doctrinas foráneas, doctrinas ateas…” quiere decir que Cristo triunfará, con su gente en este país y en todo nuestro Occidente…”
Otros también recuerdan que desde el púlpito ocurrían las mismas cosas:
«Ya sabe usted hermano que «las promesas de Dios son en el SÍ y en el amén» dice Pablo. «Si votan que SÍ, Dios les bendecirá, pues la bendición caerá sobre Chile».
En aquel tiempo, las otras iglesias también tuvieron que salir a aclarar que estas personas, aunque se atribuían la representación evangélica, no era efectiva, y que votaran con libertad de conciencia.
El uso abusivo de militantes de ideología de derecha de una falsa representación de la fe cristiana visibilizada por tv a conveniencia, basada en discursos del terror no es nueva. El uso del pueblo pentecostal con personas humildes, campesinas, y obreras para los fines de la élite no es nuevo.

Y tampoco es nuevo que, a la larga, la mayoría de los cristianos evangélicos al votar, no la creyeron pese a la insistencia y desesperación con la que personeros de derecha los han querido utilizar. La historia se repite, y el que no conoce la historia, la vive dos veces.
