Entre el 6 y 9 de febrero se conmemora lo que fue la matanza de la Plaza Colón en Antofagasta de 1906.
Se trató del asesinato masivo de obreros sindicalistas que estaban haciendo huelga con el fin de obtener 30 minutos más de horario de colación. La negativa del empleador les llevó a decir que si no lo hacían iban a solicitar también la jornada laboral de 8 horas.
El coronel Sinforoso Ledesma, el intendente Daniel Santelices, en conjunto con un piquete de la marinería de la fragata blindada Blanco Encalada, se encargarían de reprimir el mitin sindical, matando a un grupo de trabajadores presentes en el evento. Como en aquel tiempo no había registros, el número de muertos no se ha determinado con exactitud, pero los más conservadores hablan de 48, mientras las estimaciones más grandes de 300.
Esta historia forma parte del histórico movimiento obrero de inicios del siglo XX junto con el nacimiento de las mancomunales y el inicio de las duras luchas por obtener derechos laborales mínimos, como el horario de colación, la ley de la silla, las vacaciones, el horario laboral, el día de descanso, los derechos sindicales, el sueldo mínimo, etc.
Esta historia nos recuerda la necesidad permanente de velar por los derechos de los trabajadores:
He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto, y explotáis a todos vuestros trabajadores. Isaías 58:3
»No robarán ni oprimirán a nadie. Pagarán con prontitud el salario a sus obreros. Si les deben algo a ellos, no esperen a la mañana siguiente para pagarles. Levítico 19:13
Y sobre todo, el potente texto de Santiago 5 ¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. 2 Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. 3 Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros. 4 He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos. 5 Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza. 6 Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia.
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